Nunca, desde la recuperación de la democracia, se hostigó tanto a la universidad pública. Se la acusa de perseguir a quienes piensan distinto y de ejercer una educación acrítica, y se la asfixia presupuestariamente. Micaela Cuesta, investigadora del Laboratorio de Estudios sobre Democracia y Autoritarismos (LEDA) de nuestra Escuela de Humanidades (EH), ensaya cinco pasos para entender qué está en juego cuando se amenaza la continuidad del sistema universitario, se asedian derechos conquistados y se horada el deseo de participar de la cosa común.

“Si acordamos con la idea de que no es esta o aquella o mi universidad la que está en jaque, sino el sistema universitario junto a otros sistemas (de salud, de ciencia —básica y aplicada, de retaguardia y avanzada— del campo del cuidado y la reproducción, de la seguridad y la protección social), podemos ahora desdecirnos parcialmente y afirmar que tampoco, en rigor, es el sistema el que está siendo asediado sino una serie de derechos conquistados a partir de años y años de trabajo y de lucha: el que nos toca es el derecho a la educación, pero solo podemos levantarlo en un concierto de derechos afectados, cuidando que cada afectación no se cargue la dignidad ni el deseo de seguir sosteniéndolos.”

La nota completa, en Revista Anfibia.  

Mucho más que un derecho

“Que todos puedan elegir su futuro y ascender socialmente”, “La única oportunidad de salir de la pobreza y ayudar a mi familia”, “Libertad, futuro y proyectos concretados”, “Un suelo siempre fértil donde crece todo lo bueno”, “Mi lugar en el mundo y el lugar de todos los que quisimos tenemos una vida mejor”.

En la previa de la Marcha Federal Universitaria, Revista Anfibia también preguntó a sus lectorxs qué significa para ellxs la educación pública. Recibieron más de 300 respuestas con diversos conceptos y quedó claro que algo nos une: la educación pública y gratuita es mucho más que un derecho.

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