La primera vacuna 100 % argentina, mucho más que una fórmula de refuerzo contra el COVID-19

¿La primera vacuna argentina? ¡Pero si nosotros hacemos todo tipo de vacunas desde hace un siglo! ¿Otra vacuna más contra el COVID-19? ¡Pero si hace dos años que la pandemia terminó! ¿Fue aprobada como refuerzo? ¡Pero entonces vamos a seguir dependiendo de otras vacunas para la primera dosis! ¿Cuál es el logro? Si la tecnología de proteínas recombinantes utilizada por ARVAC es la misma que usan otras vacunas para salud animal que ya se habían desarrollado hace tiempo. ¿Esta licencia va a producir algún tipo de ganancia? ¿Cuánto costó desarrollarla? ¿Cuánto se va ahorrar el Estado por usarla? ¿Cuánto de lo invertido se va a recuperar?

Vamos por partes.

1. Sí, ARVAC Cecilia Grierson es la primera vacuna íntegramente desarrollada en la Argentina. Todo el desarrollo desde el banco celular maestro, ensayos preclínicos, clínicos, producción y envase del antígeno se hicieron en nuestro país. Es decir, todo el camino que involucra el desarrollo y producción de una vacuna. El antecedente más cercano es la vacuna CANDID #1 contra la fiebre hemorrágica, una fórmula que se produce y aplica en el país, pero que fue desarrollada por científicos argentinos en colaboración con Estados Unidos (los estudios clínicos fueron realizados en EEUU y la vacuna fue producida, en un principio, por The Salk Institute (Swiftwater, PA, EEUU). Esa tecnología luego fue transferida a la Argentina y debieron realizarse nuevos ensayos en los que se comparó la calidad de las vacunas producidas en ambos países.

2. Esperar que un país que nunca desarrolló íntegramente una vacuna tenga la misma performance que un país desarrollado es injusto y poco realista: la velocidad también depende de los recursos. En todo caso, ARVAC sí sirve: las personas que pertenecen a grupos de riesgo siguen vacunándose en todo el mundo incluyendo la Argentina. Según el doctor Gonzalo Pérez Marc, a cargo del diseño del ensayo de fase III de la ARVAC, solo una decena de países del mundo han desarrollado su propia vacuna contra el COVID-19. Esos países tenían vacunas previas y sus bases mínimas de inversión fueron de 100 millones de dólares. ARVAC costó 1.700 millones de pesos argentinos del Estado y 7 millones de dólares de inversión privada, según informó Jorge Cassará, representante del Laboratorio Cassará. Tengamos en cuenta que, junto con la industria espacial, la industria biofarmacéutica es la más regulada del mundo. Y está bien que así sea: las vidas humanas de quienes usan las vacunas dependen de su grado de seguridad y del cumplimiento de la función terapéutica para la que son creadas. El periodista científico Daniel Arias explica las dificultades que enfrentó el proyecto en esta nota.

3. Por el momento, ARVAC no puede ser aplicada en personas sin primeras dosis, pero podría llegar a ser autorizada a mediano/largo plazo. Tengamos en cuenta que la población mayor de 18 años sin ninguna dosis contra el COVID-19 es muy baja en la Argentina. Para el caso de menores o recién nacidos, primero habrá que hacer un ensayo clínico en menores sin vacunar contra el COVID-19 y, si los resultados llegaran a demostrar que la vacuna es segura y con factor de seroconversión superior al 75 %, entonces la ANMAT podría autorizarla.

4. Es cierto que en la Argentina ya se han desarrollado vacunas para la salud animal. De hecho, un equipo de investigadorxs de la UNSAM creó una vacuna contra la brucelosis en bovinos que ya cuenta con la aprobación del SENASA. Si bien las capacidades para diseñar la vacuna, producirla con prácticas de buena manufactura GMP o hacer los ensayos clínicos para obtener la aprobación de la ANMAT existe desde hace décadas en la Argentina, hasta ahora ningún proyecto había alineado todas esas capacidades de principio a fin.

5. El uso de ARVAC en lugar de vacunas extranjeras permitirá que la Argentina no gaste dólares: ARVAC se pagará en pesos argentinos. Además del ahorro de dólares, la autorización de ARVAC es un hito histórico con proyecciones difíciles de anticipar. Es el inicio de una política de desarrollo, producción y exportación de vacunas a la región. Con ARVAC, la Argentina abre la carrera para posicionar a su industria biofarma como innovadora. De hecho, ya existen negociaciones para exportar el principio activo de ARVAC a países de la región como Brasil, Colombia, Cuba y México. Es cierto que esos países ya compran otras vacunas, pero ARVAC tiene ventajas competitivas: se almacena a temperaturas de heladera de entre 2 y 8 ºC (contra lo menos 70 grados que requieren las vacunas de ARN mensajero), su efecto protector es igual o mayor que el de esas mismas vacunas y su costo puede ser inferior.

No tengan dudas: ARVAC Cecilia Grierson es un game changer para el mercado nacional e internacional de productos biofarmacéuticos de primera línea.