Horacio Roberto Domínguez y su hijo Augusto son muchas cosas: padre e hijo, especialistas en tecnología ferroviaria, compañeros de trabajo en el Ferrocarril Belgrano y, también, los protagonistas de esta historia.

Augusto empezó a hablar de trenes cuando era muy chiquito. Horacio, en cambio, se acercó a ese mundo un poco más tarde: su primer amor fue la arquitectura, profesión que ejerció durante años, pero, sobre todo, carrera en la que conoció a Graciela, con quien poco después tuvieron a Augusto. Los años pasaron, las cosas cambiaron, pero el fanatismo de Augusto por los trenes siguió intacto. Entonces Horacio se animó a inscribirse en la Tecnicatura en Gestión y Tecnología Ferroviaria del Instituto de Transporte (IT) de la UNSAM y la experiencia fue emocionante: en las aulas, tuvo a su hijo como compañero. 

“La UNSAM cambió mi vida y me regaló al mejor colega que un orgulloso padre puede tener”, asegura Horacio en esta increíble bio animada, que se suma a los festejos por nuestro 29.º Aniversario.

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