¿Qué está pasando en la Cuna de la Bandera? ¿Por qué hay que lamentar a diario tantas muertes vinculadas —o no— con el narcotráfico? ¿Qué responsabilidades le caben a las fuerzas policiales y políticas tanto locales como nacionales? ¿Hay manera de frenar esta espiral de violencia?
De acuerdo con el Reporte Anual Homicidios 2023 de la Provincia de Santa Fe, las tasas de homicidio en Rosario son las más altas de toda la Argentina: el país contabiliza 4,31 homicidios por cada 100 mil habitantes, pero en la ciudad santafecina esa cifra asciende a 22,1 (cinco veces más). La tasa de encarcelamiento de la provincia aumentó un 115 % en solo diez años. Investigadores de la UNSAM y de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) aportan datos y argumentos para entender por qué se espiraliza la violencia.
José Garriga Zucal, docente e investigador de nuestra Escuela Interdisciplinario de Altos Estudios Sociales (EIDAES) especializado violencia carcelaria, señala que hoy los narcos (no solo de Rosario) cumplen funciones en los barrios donde el Estado parece estar ausente: “Dan trabajo y prestan dinero. Es bastante común que un barrio popular prefiera trabajar con un narco antes que con un cura villero o una organización social, porque el narco paga más y vuelve mucho más importante al barrio. Los transas son un banco abierto 24×7 y esa función de prestamistas, en este contexto de crisis social, los vuelve actores territorialmente relevantes”.
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