Una obra de arte suele esconder muchas historias: ¿Qué pigmentos utilizó el artista? ¿Qué elementos químicos predominan? ¿Hubo repintes? ¿En qué períodos? ¿Durante cuánto tiempo y en qué condiciones fue exhibida o guardada? Para conocer el recorrido de la pieza y diseñar estrategias de restauración y conservación, primero hay que realizar estudios preliminares que den cuenta de su estado material.

Uno de los procedimientos más frecuentes es la radiografía, algo que el Centro de Producción e Investigación en Conservación y Restauración de Bienes Culturales (TAREA) de la UNSAM viene haciendo desde hace veinte años con técnicas y equipamientos cada vez más sofisticados. Este año, gracias a un financiamiento de la Fundación Getty, el Centro adquirió un equipo de rayos X de última generación, lo que potencia el trabajo de análisis en varios aspectos: detección no invasiva, identificación precisa de materiales y técnicas, monitoreo avanzado del deterioro, optimización del diagnóstico, digitalización de la documentación, ahorro de energía y recursos, reducción de residuos, menor uso químico de tóxicos y extensión de la vida útil de las obras, entre otros.

“Si bien todo cambió mucho, en estos veinte años de trabajo ininterrumpido la consigna ha sido siempre la misma: restaurar significa investigar, registrar y recuperar”, aseguró Néstor Barrio, profesor de la Escuela de Arte y Patrimonio (EAyP), que celebró: “Salir del sistema analógico para pasar al digital es, para nosotros, un gran avance”.

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San Francisco Solano y sus milagros: el oro de la Escuela Cuzqueña

Antes de ser canonizado, el sacerdote español Francisco Solano predicó en el Virreinato del Perú durante veinte años, hasta el día de su muerte. Su tarea evangelista le permitió viajar mucho, arribando incluso al actual territorio de la provincia de Santiago del Estero (Argentina), donde tuvo amplia influencia religiosa. Hay una pintura que lo retrata y es tan peculiar como su historia: pertenece a la Academia Nacional de Historia, pero llegó a la UNSAM hace algunos años como proyecto de restauración e investigación.

“Vemos al santo ubicado entre Paraguay y Tucumán. A primera vista, la disposición geográfica de estos pueblos es llamativa. Además, algo de las referencias arquitectónicas no coincide con lo que habrían sido estas ciudades hacia la segunda mitad del siglo XVI. Esto nos dice que su autor posiblemente fuera de origen europeo, alguien a quien le hablaron de Paraguay y Tucumán, y que luego las plasmó tomando como referencia ciudades europeas”, explicó Barrio.

Para el diagnóstico material del óleo, que en su estado inicial presentaba importantes deterioros estructurales y estéticos, los especialistas del Centro Tarea realizaron placas radiográficas que confirmaron la presencia de un elemento característico de los cuadros de la Escuela Cuzqueña: el oro. Además, el estudio permitió confirmar que hubo repintes posteriores. El equipo de restauradorxs —integrado por docentes y estudiantes de grado y posgrado de la EAyP— estima que la puesta en valor de la obra concluirá a fines de 2024.

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