Adalberto Cardozo se recibió de psicopedagogo en la Escuela de Humanidades (EH) en marzo de 2022. Doce años antes, el 16 de junio de 2008, su hijo Matías “Pato” Cardozo murió atropellado por un auto que corría picadas por las calles de Villa Lynch. “Cuando murió Pato me dije ‘tengo que hacer algo porque me voy a volver loco’. Entonces me anoté en la UNSAM y fue lo mejor que pude haber hecho, porque la universidad fue como un andamiaje. Me sentí abrazado en mi tristeza”.
Adalberto volvió a estudiar a los 50 años, ocho meses después de la muerte de su hijo. Al principio le costó mucho concentrarse: “En una clase de tres horas, pasaba dos y media pensando en Pato”. Creía verlo caminar por el Campus y le costaba mucho entrar en confianza con las compañeras. “Cuando recibí el título, se me pasó por la cabeza toda la vida en la Universidad. Yo lloraba mucho cuando rendía bien los primeros parciales y finales. Primero porque pensaba ‘lo tengo que festejar con Matías y no está’, y segundo porque me daba cuenta de que tenía la capacidad que siempre creí que no tenía, como creen casi todos los chicos de los barrios”.
Conocé la historia completa de Adalberto en esta nota.
Malditas Picadas
El pedido de justicia por el asesinato de Matías circuló por los principales medios del país. El empuje de su familia y amigxs se dirigió primero a lxs jóvenes por medio de recitales gratuitos y festivales en los que Adalberto y Noemí (su pareja) subían al escenario para hablar sobre el hecho y el seguimiento de la causa. Karamelo Santo, Alika y otros artistas reconocidos se solidarizaron con el reclamo.
Con la búsqueda de justicia como bandera, Adalberto y su familia crearon la ONG Malditas Picadas —cuyas siglas también corresponden a “Matías Presente”—, dedicada a la asistencia técnica, legal y emocional de las personas que perdieron a sus seres queridos por crímenes viales.