Con más de 20 muertos y una centena de internadxs, el caso de la cocaína envenenada en la Provincia de Buenos Aires obliga a revisar tres actores centrales: transas, Estado y consumidorxs. Las historias de las víctimas dejaron al descubierto varios prejuicios. El más preocupante es el que asocia al consumidor con el pibe chorro: fallecidxs e internadxs distan mucho de los estereotipos. ¿Cómo abrir el debate para salir de los lugares comunes?

“La imaginación Netflix —que ve organizaciones narcos, envenenamientos asesinos— impide abordar el problema real en los barrios vulnerables. Argentina no es México. Las imágenes de la casa de uno de los detenidos, sospechoso de envenenar la droga, dejan en evidencia que los transas no son narcos. Es necesario, también, dar cuenta de que la existencia de las pymes transas es imposible sin la asociación —espuria y mutante— con sectores de las fuerzas de seguridad y la justicia”, plantea José Garriga, investigador de la Escuela IDAES, que señala: “La intervención judicial y policial que siempre persigue los consumos de los más pobres contribuye a crear un monstruo imaginario.”

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