Esta semana, la imagen del Auditorio Carpa de la UNSAM repleto de estudiantes, docentes y no docentes reunidxs en asamblea interclaustros trajo una serie de novedades para la historia del movimiento universitario: facultades sin historial de movilizaciones y clases públicas hoy están llevando adelante acciones de protesta en todo el país y una nueva generación de jóvenes participa de sus primeras tomas. El movimiento estudiantil universitario, que en los últimos años no había sido protagonista de acciones políticas de alto impacto, resurgió de modo inesperado.
“Según un monitoreo que lleva adelante un grupo de investigadores sobre el movimiento estudiantil universitario, hoy —dato del 17/10— hay más de 80 instituciones (entre facultades, campus y escuelas secundarias) tomadas y/o con actividades de visibilización o protestas (ruidazos, debates, vigilias, clases públicas, proyecciones)“, cuentan las sociólogas Marina Larrondo y Guadalupe Seia. “Se trata de una generación que cursó su secundaria o parte de la universidad en pandemia, vive en una economía que no crece desde hace una década, pasó gran parte de su vida sufriendo la inflación, los bajos salarios y la precariedad laboral que golpea más a los más jóvenes. Atravesaron dos gobiernos decepcionantes que no cumplieron sus expectativas. Muchos de estos jóvenes votaron a Milei, otros no, pero hace diez meses que todos vienen experimentando el deterioro notable en las condiciones de acceso y permanencia en la educación superior: son estudiantes que cayeron en la pobreza, que el boleto de transporte les aumenta sin ninguna excepción ni reparo por la condición estudiantil, que tienen que leer los apuntes en el celular porque ya no pueden pagarlos, que ven a sus docentes cobrando salarios vergonzosos.”
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