Sometidas a un ciclado térmico en vacío —que simula las condiciones extremas del espacio para verificar su desempeño—, estas placas controlarán el buen funcionamiento del dispositivo en condiciones de uso reales. Las seis placas ya fueron enviadas a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) para poner a prueba su funcionamiento, la integración al satélite y, finalmente, su viaje al espacio.
Formar parte de una misión internacional como Artemis II no solo es un orgullo: es también una muestra del talento, la innovación y el compromiso de la universidad pública argentina.