¡Hola, unsamita! ¿Cómo estás?

Algunos nacen en familias de buena posición económica, reciben buena educación, crecen bien alimentados, o poseen naturalmente capacidades destacadas. Ellos seguramente no necesitarán un Estado activo y sólo reclamarán libertad. Pero evidentemente no cabe la misma regla para una persona con discapacidad, para alguien que nació en un hogar extremadamente pobre, para alguien que creció con una educación de baja calidad y con escasas posibilidades de curar adecuadamente sus enfermedades. Si la sociedad se rige primariamente por los criterios de la libertad de mercado y de la eficiencia, no hay lugar para ellos.

El párrafo anterior lo escribió el Papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti (2020). La educación estaba en el centro de las preocupaciones del papa argentino. En el 2024, un año atravesado por la crisis presupuestaria de las universidades públicas (que aún continúa, profundizada), Bergoglio dijo frente a una periodista argentina: “Hacer un ajuste en la educación es un suicidio programado de un país. Es criminal. A mí me alegra cuando veo que, cuando hay un ajuste de este tipo, tanta gente se opone, incluso los jóvenes. Se dan cuenta y arman lío, reclaman. Porque la educación es un alimento. Es lo mismo que si vos le quitás la comida a la gente. La educación es la comida del alma, de la mente, del espíritu”. La entrevista completa, acá.

Francisco dedicó especial atención aquellos proyectos educativos que promovieran las oportunidades y el desarrollo de los más desposeídos, el cuidado de “la casa común” y la pluralidad. A partir de estos valores compartidos, el vínculo entre Francisco y las universidades públicas argentinas se mantuvo a lo largo de sus doce años de papado. 

Sobre Francisco y todo lo que pasó en esta semana en la UNSAM, te contamos en este #NU 190.