Desde su inicio con pruebas en frasquitos hasta la obtención de un prototipo escalable y testeado en humanos existe un largo recorrido que, hasta ahora, nunca se había encarado en el país. ¿Cómo se gestó el desarrollo de la ARVAC Cecilia Grierson? A los días de su aprobación para el inicio de las pruebas de seguridad en humanos, uno de los prototipos de la vacuna público-privada desarrollada por la UNSAM, el CONICET y el Laboratorio Cassará se acerca a su objetivo: convertirse en una plataforma local para la fabricación de vacunas contra el COVID-19. ¿Cuáles son los aprendizajes y desafíos de este proyecto inédito para el sistema científico y tecnológico argentino?
La inevitable pregunta que surgió en el equipo dirigido por Juliana Cassataro, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del CONICET en la Escuela de Bio y Nanotecnologías (EByN) de la UNSAM, fue ¿Vale la pena desarrollar una vacuna en el país cuando hay potencias que pueden hacerlo más rápido? Lorena Coria, doctora en Ciencias Biológicas e integrante del equipo, contó a la Agencia TSS: “Es algo que nos preguntábamos a cada paso y la respuesta siempre fue ‘sí’. Es un hito haber transitado este camino en tan poco tiempo y poder comenzar hoy los ensayos clínicos de una vacuna 100 % argentina. Empezamos a hacerlo convencidas de que queríamos hacer algo que no quedara solo en un paper, sino que pudiera resolver una necesidad concreta de la sociedad”.
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Para entender la importancia de este gran paso en términos de soberanía sanitaria también podés leer “Zubeldía: ‘Es importante tener una plataforma de vacunas que permita una respuesta rápida’” (TSS) y “ARVAC Cecilia Grierson: ¿Qué fases debe atravesar?” (TSS).